domingo, 20 de junio de 2021

Un año después.

 

 

 Hace frío en la ciudad, aunque estamos en pleno mes de junio cuando el calor suele apretar con fuerza. Como cada sábado, estoy en casa, revisando mi agenda y anotando nuevas tareas . Mañana nos desconfinan y en esa página he escrito,  que tengo que bajar a hablar con Lucía. Solo para asegurarme que está bien  y visualizar todos los libros que nos quedan por leer. 

 Pero algo me hace sentir tristeza. No sé el qué, de repente ,a las 10 de la mañana suena con fuerza la sirena de la ambulancia. Me asomo al balcón y veo mucho movimiento, pero no entiendo lo que ocurre. Son las 3 de la tarde, cuando mi vecina de al lado, toca nuestro timbre, para darnos la amarga noticia: el Alma de Lucía , había volado. Un escalofrío recorre mi cuerpo , mientras mis ojos se humedecen con el dolor de sentir , que me quedaban historias pendientes por escuchar , sabiduría de la que aprender y sonrisas por compartir. 90 años tenía, casi 91. Y el miedo , me robó a una Maestra. 

Porque el poder de las palabras es infinito y puede construir o destruir a la persona a la que lanzamos mensajes. Y perdonad. Pero no. No todo vale. No está bien ser rencoroso y echar el pasado sobre la vulnerabilidad de quien mucho ha vivido, y más aún, ha luchado. No es causa , que alguien tenga un cáracter fuerte, para tratar de dañarlo. Porque a veces lo que parece una montaña rocosa , es en realidad un iceberg a ounto de romperse, frío pero frágil. 

Es como la falsa leyenda o mito , creado de la creencia social de "llorar es de débiles". Débil es quien a través de la violencia , manipula al vulnerable y lo deja herido, creándole las lágrimas ,por las que se la está juzgando. 

 Estamos creando un mundo tolerante al morbo y que no tolera al que es diferente. Dónde los jueces están en los bares y los magistrados son los juzgados. Aquí, la justicia lleva una venda y los valores, se han encerrado en un sótano bajo llave. Ahora queremos que triunfe la "razón" allí donde las preguntas eran la norma. Y los titulares, van acompañados de fotos en las que se pierde la dignidad. Incluso en los accidentes, se busca fotografiar al herido. En estos instantes se buscan más likes que compasión. 

Porque lo humano, se ha robotizado. Nos disparan cifras , hiriendo con pánico al que no entiende más que un número aterrador. 

Creo en lo Humano. Pero... ¿cu.ando despertaremos? Lucía, murió por miedo. Y a este virus... ¿cómo lo vencemos? 

Reflexionemos, por favor.