Llevamos unas semanas sin parar de recibir información sobre lo mismo. Pero , ¿estamos informados o recibimos excesiva información? Tanto la falta, como el exceso de ella , repercute de forma negativa.
Ahora , no hay mascarillas en muchas farmacias, porque algun@s aprovechan la oportunidad desgraciada para hacer negocio. Como esos italianos que las vendían por 5 mil euros y fueron detenidos por ello.
Se nos va la pinza, pero , el miedo es causado por no parar de hablar de algo que se sobredimensiona. No se trata de quitarle importancia , si no de darle la necesaria.
A una de mis vecinas, con 90 años, alguien de su confianza, la dijo que ya había un primer caso en nuestra ciudad. No era cierto, pero la infundió miedo. Esas "fake news", hacen daño y llegan a los más vulnerables.
Hay que hablar de ello, pero no convertirlo en el principal foco de atención. Porque en esta sociedad, hipocondríaca , nos aferramos al miedo con cualquier cambio de tuerca. Pero , por favor, usemos la lógica. No metamos un innecesario miedo en aquellos que ya sufren con poco. En este mundo lleno de loca incertidumbre, las palabras tienen un gran peso , lo que decimos y el cómo lo decimos, es de una gran importancia. Las emociones que nos construyen se fortalecen o debilitan con el uso de dicho poder. No olvidemos que se trata de informar no de dañar.
Podemos subir montañas de humanidad, o bajar a las infernales llamas del morbo, desequilibrando lo que el ser humano lleva tiempo construyendo.
Que los miedos se hagan pequeños y sean más grandes los sueños, que la llama que las palabras enciendan sea para informar y proteger, no para arder y enloquecer.
Más humanidad y menos frialdad. Que comunicando el poder puede ser grandioso , puede crear o destruir lo que puede ser hermoso...
Seguiremos informando...
